Unas elecciones atípicas siguen su curso, en medio de una pandemia mundial y las peculiaridades de 16 candidatos que buscan ocupar el sillón presidencial.
Susana Madera. Agencia EFE
La demagogia se impone en las campañas electorales para las presidenciales de febrero en Ecuador, con candidatos que han encontrado en las redes sociales el mecanismo ideal para llegar a los votantes ante la prohibición de aglomeraciones por el avance de la covid-19.
«Denotan demagogia en la medida en que ningún candidato ha sabido precisar, con los elementos necesarios, cómo se puede salir de una crisis de orden multidimensional», aseguró el politólogo e investigador de la Universidad de las Américas (UDLA) César Ulloa.
Y opinó que hay «intentos desesperados por capturar nichos electorales» en una campaña atípica rodeada por medidas de bioseguridad, donde «el candidato no logra todavía conectar, de manera directa, con su electorado».
Efectos pirotécnicos
Del récord de 16 candidaturas presidenciales calificadas en firme, Ulloa ve dos claras opciones de pasar a una segunda vuelta: Guillermo Lasso, del movimiento centroderechista CREO, y Andrés Arauz, afín al exjefe de Estado Rafael Correa (2007-2017), seguidor del Socialismo del Siglo XXI.
Lasso parte de la base de seguidores acumulada en sus dos candidaturas presidenciales (2013 y 2017) y Arauz se sostiene en los adeptos conseguidos por Correa en su década de Gobierno.
Y aunque en materia económica Lasso ofrece un manejo del país con mayor apoyo a la empresa privada y Arauz orbita en torno al eje estatal, los dos «son conservadores en temas de valores».
«Aquí se está disputando una izquierda conservadora con una derecha conservadora», afirmó Ulloa, que ve en ambos un discurso político demagógico.
Recordó que como primera estrategia de choque para recuperar la «economía familiar», Arauz ha ofrecido dar «mil dólares a un millón de familias ecuatorianas en la primera semana» de Gobierno, una oferta que para Ulloa es «imposible» de cumplir en un Estado sumergido en una severa crisis económica.
La deuda ecuatoriana supera los 60.000 millones de dólares y el país recibió en 2020 más de 7.000 millones de los organismos multilaterales para mantener a flote sus finanzas.
Del otro lado del espectro político, y sin entrar en mayores detalles, Lasso ofrece en sus discursos de campaña créditos a 30 años y el 1 % de interés para el agro, así como crear dos millones de empleos.
Además, aspira a tener superávit para pagar la abultada deuda del país y no depender del Fondo Monetario Internacional en el futuro.
Propuestas ambas que para Ulloa, doctor en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), no son más que «efectos pirotécnicos» para tener «mucha iluminación con la finalidad de ser más visibles y capturar la atención del elector» indeciso y más interesado en superar los problemas económicos y la pandemia.
La política y las emociones
Convencido de que la política «más que razón es emoción», el también autor del libro recientemente publicado «Chávez, Correa y Morales, discurso y poder», opina que el correísmo logra lo que los otros políticos en campaña no: conectarse emocionalmente con la gente.
Y pese a las denuncias de corrupción contra la Administración anterior, el correísmo sigue manteniendo adeptos y Correa se ha convertido desde Bélgica, donde reside desde 2017, «en el jefe de campaña» de Arauz, según Ulloa.
Cree que la definición del sucesor de Lenín Moreno -que no acude a los comicios- se dará en una segunda vuelta, el 11 de abril, y no el 7 de febrero próximo, en la que el vencedor debería obtener la mayoría absoluta de votos válidos emitidos para adjudicarse la Presidencia.
Entre los problemas que afrontará el próximo presidente ecuatoriano figuran la pandemia y sus devastadoras consecuencias socieconómicas, una alta deuda nacional y un fuerte desempleo que toca directamente el bolsillo de cientos de miles de familias.
«Los ecuatorianos históricamente estamos resolviendo el día a día, más que a mediano o largo plazo», señaló Ulloa sobre la dramática situación de su país.
Además, los jóvenes «lo último» que piensan es en hacer política, lo cual es «grave» porque el voto milenial (de 16 a 35 años) es alto en Ecuador, y ese es el segmento que «todavía está indeciso y no encuentra una luz en ningún candidato», se lamentó.
Candidatos TIK TOK
Con ese escenario, especula que la mayor parte de la población no conoce los planes de Gobierno de los candidatos, volcados a una campaña demagógica, con las redes sociales como altavoz, con mensajes emotivos, frases generales y dispersas e, incluso, bailes.
En esa línea recuerda el caso de un candidato que apareció en Tik Tok el 31 de diciembre en una escena en la que, tras bajarse de una patineta, baila maquillado, con vestido y peluca, disfrazado de «viuda» del Año Viejo, defendiendo -según dijo- una de las tradiciones nacionales de fin de año.
Otro aparece jugando voleibol, tocando el saxofón, bailando y cultivando huertas; un tercero lo hace de paseo por los valles de Quito con un mensaje de aires juveniles en el que se abre a responder preguntas a través de Tik Tok.
Por ello, parafraseando al filósofo y escritor español Fernando Savater, Ulloa dice que «la política es un epitafio de 120 caracteres que se hace por Twitter» y que, estando «los eslóganes por sobre las propuestas», Ecuador ha entrado en «la era de los candidatos Tik Tok».