El mapa de la violencia en Ecuador está mutando. Guayaquil y Quito son las ciudades con más homicidios en la última década, pero luego está Durán, que con poco más de 300.000 habitantes supera en homicidios a ciudades más pobladas. Fuera de las capitales, el narcotráfico y la minería ilegal están reconfigurando las rutas del crimen.
REDACCIÓN TIERRA DE NADIE
Entre 2014 y 2024, Ecuador registró 31.284 homicidios. La mayoría ocurrió en grandes urbes como Guayaquil y Quito, pero en la periferia, en ciudades que rara vez acaparan los titulares, la violencia también se disparó. Con el narcotráfico, la minería ilegal y la delincuencia organizada como motores, cantones como Durán, Esmeraldas y Quevedo han vivido una escalada de asesinatos que los convierte en epicentros del crimen.
En esa década, Durán registró 1.358 homicidios, consolidándose como las ciudades más violentas después de Quito, con 1.789 homicidios. Ambas ciudades están muy por debajo de Guayaquil que registró 8.491, según cifras oficiales.
En Esmeraldas, la cifra alcanzó los 1.218 casos, mientras Machala reportó 900, Manta otros 850; y, Quevedo, 835 asesinatos en la década. En niveles similares está Portoviejo con 781 homicidios y después están Babahoyo y Santo Domingo, con 666 y 645, respectivamente.
La situación no mejoró en 2024. Ese año se registraron 7.028 asesinatos en todo el país, lo que implica una disminución del 14,79% en homicidios en relación al año anterior; pero manteniéndose como el segundo año más violento en la última década después de 2023, que reportó 8.248 casos. Es decir, la tasa de homicidios en Ecuador en 2024 fue de aproximadamente 39,26 por cada 100.000 habitantes.
Los registros del Ministerio del Interior muestran repuntes en algunas ciudades. Francisco de Orellana, en la Amazonía, experimentó un aumento del 210% en su tasa de homicidios. Pichincha, en Manabí, pasó de 7 a 53 homicidios por cada 100.000 habitantes en apenas un año, un alza del 700%.
Las periferias urbanas han sido las más golpeadas. En Durán, el promedio de asesinatos se mantiene en 40 al mes, con picos de hasta 71 homicidios en septiembre de 2024.
Enero de 2025 marcó un nuevo récord de violencia con 781 homicidios en el país. En febrero, una masacre en Socio Vivienda, una zona pobre de Guayaquil, dejó 22 muertos, el peor ataque de este tipo en la historia reciente.
Las fuerzas de seguridad han intentado contener la crisis con operativos focalizados. Entre el 1 y el 15 de febrero de 2025, la Policía Nacional realizó 2.344 intervenciones en Guayaquil y sus alrededores, incluyendo Durán y Samborondón. Durante estas acciones, se incautaron 61 armas de fuego, 2.823 cartuchos y 59 kilogramos de droga. Sin embargo, la percepción de inseguridad sigue en aumento, especialmente en zonas periféricas.
Minería ilegal y crimen organizado: la ecuación de la violencia
El auge de la minería ilegal ha convertido a varias ciudades en nuevos focos de violencia. En Pucará, Azuay, las fuerzas del orden han decomisado explosivos y radios de comunicación vinculados con bandas criminales. Según inteligencia militar, Los Choneros operan en la zona con ingresos mensuales cercanos a un millón de dólares por actividades ilícitas.
Otros cantones como Camilo Ponce Enríquez también han visto crecer la violencia. En 2024, esta ciudad alcanzó una tasa de 240 homicidios por cada 100.000 habitantes, el indicador más alto del país. Puebloviejo, en Los Ríos, y Las Naves, en Bolívar, también se convirtieron en territorios disputados por bandas.
La reducción de homicidios a nivel nacional fue destacada por el Gobierno ecuatoriano; sin embargo, las dinámicas de la violencia están cambiando en un país que años atrás fue conocido como una isla de paz. De los 31.284 asesinatos ocurridos en la última década, 10.751 víctimas tenían entre 22 y 30 años. La violencia impacta principalmente a jóvenes que crecen en entornos de exclusión, donde el crimen organizado se convierte en una alternativa de supervivencia.
El presidente Daniel Noboa ha insistido en que el crimen mueve alrededor de 30.000 millones de dólares al año, incluyendo el narcotráfico, el contrabando y la minería ilegal. Sin embargo, la falta de políticas específicas para las ciudades más afectadas deja a miles de personas atrapadas en la espiral de violencia. Las cifras de homicidios muestran que la violencia en Ecuador no es exclusiva de Guayaquil, Quito o Manta. Ciudades periféricas y cantones en la Amazonía han visto crecer el crimen a niveles históricos. Mientras la atención sigue centrada en los grandes centros urbanos, el resto del país enfrenta una crisis que sigue fuera del foco nacional.