El cantautor guayaquileño Ricardo Pita denunció su detención durante un período de 30 horas, en un aeropuerto mexicano, sin derecho a conocer los motivos o una llamada telefónica.
Leonardo G. Ponce. Redacción Tierra de Nadie
Invitado a un festival internacional de música, el guayaquileño Ricardo Pita tomó un vuelo a Ciudad de México, el lunes 2 de diciembre. Tras dos horas de retraso en su salida, el cantautor llegó a su destino en horas de la madrugada y fue retenido por las autoridades mexicanas, sin que le explicaran los motivos.
Pita fue encerrado en un cuarto sin ventanas, en donde no contaba con agua ni más servicios que una letrina expuesta y compartida por decenas de migrantes de diferentes países. Su teléfono celular fue decomisado y las comunicaciones fueron restringidas, sin la posibilidad de dar noticias a su familia o buscar ayuda de ningún tipo. Advierte que hay muchas personas que permanecen detenidas en condiciones inhumanas.
Tierra de Nadie conversó con el intérprete ecuatoriano para conocer su historia.
¿Para qué viajaste a México?
Fui invitado al Festival Internacional de Trova en Yucatán, del 4 al 7 de diciembre, para compartir escenario con Caetano Veloso, Natalia Lafurcade, Silvio Rodriguez, Pablo MIlanes… Cambiaron la fecha, pero como ya tenía programado mi viaje y los boletos, organizamos una gira en Mérida, Monterrey y en Ciudad de México hasta que se realice el festival.
¿Todos los conciertos se cancelaron?
Al Festival sigo invitado, cuando se realice. La gira se canceló, estaban anunciadas presentaciones el 4, 5 y 6 de diciembre, en Mérida; el 12, 13 y 14, en Ciudad de México; el 20 tenía un concierto en Monterrey. De ahí, yo quería pasar allá las fiestas y regresar a Ecuador el 12 de enero.
¿Habías visitado México antes?
No, por mi labor de músico es un destino que siempre me recomendaron, pero quise esperar hasta poder estar en un festival y esta fue la ocasión.
¿Qué sucedió apenas llegaste al aeropuerto en México?
Fui a sellar mi pasaporte en Migración. Sin razón alguna, ni darme alguna explicación, me dijeron “Acompáñenos, por favor”. Me pidieron que siga a los agentes y me quitaron el celular.
¿Qué razón te dieron para quitarte el teléfono?
Solo dijeron “desde este punto en adelante no puedes usar tu celular”. Me asusté, pero hice todo lo que me decían para salir de esa situación lo antes posible. Tenía contado el tiempo para tomar un vuelo de conexión a Mérida.
Me entregaron un formulario para que detalle los motivos de mi viaje, a dónde llegaba y quien me recibía, pero no lo pude completar porque toda esa información la tenía en mi celular. Quienes organizan el Festival también organizaron mi gira y esa información la tenía en mi teléfono.
¿A dónde te llevaron?
Primero a una sala en donde hacen los interrogatorios. Allí estaban pasajeros del vuelo en el que llegué, la mayoría ecuatorianos y un colombiano. El formulario que llené nunca me lo pidieron. En algún momento insistí que me dejen ir por que tenía que abordar el vuelo a Mérida y no sabía qué había pasado con mi equipaje. Entonces me dijeron que tenía una alerta migratoria.
¿Alguien te explicó qué implicaba esa alerta?
Pasaron horas y nadie me dio una explicación. Allí, una de las personas retenidas, el colombiano que también llegó en el mismo vuelo, me dijo que las personas que estaban ahí posiblemente no cumplían con el perfil de turista, les acusaban de estar en México para quedarse y luego pasar a los Estados Unidos.
Pero no era el caso del colombiano o el mío, nos retenían como si tuviéramos algún problema legal en nuestro propio país. Pero eso es completamente falso, si lo tuviera no hubiera podido salir del Ecuador. He estado en Chile, Argentina, España, Francia, en Brasil estuve hace muy poco y nunca he tenido ningún problema.
¿Qué sucedió luego?
Ya para esto me habían dicho que tenía una alerta migratoria restrictiva y me iban a regresar a Ecuador en el siguiente vuelo disponible. Entonces me llevaron a otra sala, eran dos cuartos, sin ventanas, uno de hombres y otro de mujeres.
¿Te requisaron o despojaron de alguna otra pertenencia?
Me hicieron quitar los pasadores (de los zapatos) y el cinturón. Como si nos estuvieran procesando, casi como a un delincuente.
¿Cómo fue el trato en cuarto al que te llevaron?
Un lugar infernal. Había personal que no eran de la Policía ni de Migración, sino del tipo seguridad privada. Gente muy ignorante y con mucho poder que gritaba: “¡Siéntate ahí!”, “¡Ponte así!”, “¡Quítate eso!”…
¿Fueron agresivos?
Si. “¡Cállate!”, de una. “¡Sácate todo!”, “¡Guarda esto ahí!”, “¡Entra por ahí!”. Les dije que por favor me digan qué estaba pasando y respondieron: “¡Cállate!”.
¿Cómo era el lugar al que te llevaron?
Un calabozo, un cuarto muy pequeño con muchísima gente adentro, un olor y calor terribles, no había ni una ventana para saber si era de día o de noche. En el fondo había un baño, un hueco, una letrina, sin puertas ni nada, como animales. Había mucha gente desesperada y una cantidad enorme de ecuatorianos, personas de China, Israel, Uruguay… Pasaron horas y no nos dieron ninguna información. En mi desesperación solo pensé en acostarme y cerrar los ojos, no quería ver nada.
¿Durante el tiempo que estuviste ahí comiste algo?
Cuando estaba ahí el señor colombiano me avisó que la gente de la aerolínea me envió comida. Pero no tenía hambre, además olía a muerte ahí dentro. Lo último que quería era comer. “Come, porque no sabes cuánto tiempo vas a estar acá”, me dijo. Comí un par de cositas. No había ni agua. En ese espacio que era como un baño no había tampoco agua, ni un jabón, nada. Nos trataban como presos, como ganado. Y hasta el ganado tiene agua.
¿Cuánto tiempo pasaste allí?
Como 30 horas y sin posibilidades de comunicarme con nadie. En el calabozo tampoco me dieron ninguna explicación, hasta que en un momento me llamaron para darme comida que enviaba la aerolínea. Creo era medio día cuando pude preguntar qué sucedía y me dijeron que me devolvían al Ecuador en el siguiente vuelo, pero pasaron horas antes de eso.
¿Llegaron más personas?
Si. Entraba gente nueva, aterrorizados igual que yo cuando llegué. Te pones en plan de ayudar con algunas palabras de aliento, diciéndoles que lo más seguro es que también les pondrían en el siguiente vuelo.
¿Cómo saliste?
Llegaron con unos papeles que no me dejaron ni leer y me hicieron firmar. “Si no quieres, no firmes. Pero no te vas a ir nunca de aquí”, me dijeron. Eran cuatro papeles, los firmé y de nuevo para adentro a esperar.
¿No lograste leer los documentos en ningún momento?
No. Nunca. Pregunté qué era y me pusieron la mano. “¡Firma ahí!”, me dijeron. “¿Pero cómo voy a firmar algo que no sé qué es?”, reclamé y me respondieron: “Si no quieres no firmes y te quedas aquí para siempre”. Hasta ahora no sé qué firmé, solo que a todos les hicieron firmar eso para poder salir.
¿Cuándo saliste?
Me llamó una señorita de la aerolínea Interjet, la amabilidad en persona, me dijo que ya salía el vuelo de retorno. Otra, la encargada de Seguridad, bajita y de lentes, que estaba cuando llegué y todavía seguía ahí cuando salí, gritaba cosa como: “Los chinos, cochinos. Mándemelos”. Muy racista, de una manera horrible, yo vi cómo los pegaron. A mí no me pegaron. Esta señora de Seguridad me hizo firmar otro documento y le entregó mi celular a la chica de la aerolínea, pero no me lo pudo dar sino hasta la puerta de ingreso al avión, junto con mi pasaporte. Cuando encendí el celular recibí los mensajes de mi familia, amigos, no había reportado mi llegada, nada.
¿Has recibido alguna explicación por parte del Gobierno mexicano o de la aerolínea?
Del Gobierno nada. De la Cancillería me llamaron a pedir mis datos, para revisar si tengo algún problema legal por el que tuviera una alerta migratoria.
Ya en Ecuador, pregunté en Migración y me dijeron que estaban deportando a muchos ecuatorianos. Me indicaron que yo no tenía ningún impedimento de salida, por lo que el argumento de Migración de México era una mentira.
En el aeropuerto me encontré con la misma persona de la aerolínea que me embarcó en el vuelo Ecuador-México y le conté lo que había pasado: “Acabo de pasar el peor infierno, la peor situación de mi vida. Estuve 30 horas en un calabozo”, le dije. Me respondió: “Yo sabía que a todos esos les iban a regresar, pero pensé que por su perfil -hizo un gesto señalando mi cara- si le iban a dejar ingresar”.
Con todo eso ¿Piensas volver a México?
Tengo mucho miedo. El Festival es una cosa importante y para mí también lo es, pero no lo haría a menos que tenga alguna garantía del Consulado o de la Embajada allá para no volver a pasar otra vez por esto. Pero más allá de lo que yo viví, hay personas que siguen encerradas, muchos no hablan español y llevan días sin poder comer. Es necesario que esto se conozca.